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martes, 1 de enero de 2013

Los misioneros, trabajadores incansables por la paz.


Desde OMP deseamos a todos un 2013 lleno de paz; y para nuestros misioneros añadimos a este deseo de paz, nuestra gratitud, por ser en todos los rincones del mundo, constructores de paz y amor.


“Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”. El Papa Benedicto XVI ha elegido esta bienaventuranza como lema de su mensaje para la Jornada Mundial dela Paz, que celebramos hoy, 1 de enero.

OMP ve en los misioneros a estos trabajadores incansables de la paz a los que el Señor ama como a hijos predilectos.

Los “focos de tensión” presentes en el mundo no han logrado apagar “el deseo de paz”, que “es una aspiración esencial de cada hombre, y coincide en cierto modo con el deseo de una vida humana plena, feliz y lograda”. Por eso, el Papa se inspira para dirigir su mensaje de paz a los hombres, en la bienaventuranza evangélica, que, como él dice, no consiste en una recompensa para la otra vida, sino “en el cumplimiento de una promesa dirigida a todos los que se dejan guiar por las exigencias de la verdad, la justicia y el amor”.

El Papa sabe que en el fondo de todo hombre hay una realidad positiva porque “ha sido creado a imagen de Dios y llamado a crecer, contribuyendo a la construcción de un mundo nuevo (…) Precisamente por eso, la Iglesia está convencida de la urgencia de un nuevo anuncio de Jesucristo, el primer y principal factor del desarrollo integral de los pueblos, y también de la paz. En efecto, Jesús es nuestra paz, nuestra justicia, nuestra reconciliación. El que trabaja por la paz, según la bienaventuranza de Jesús, es aquel que busca el bien del otro, el bien total del alma y el cuerpo, hoy y mañana”.

Las palabras del Papa nos recuerdan el testimonio de Germán Arconada, aquel misionero que tuvo una especie de “segunda conversión” cuando en la guerra de Ruanda y Burundi, vio flotando sobre el río cuerpos de seres humanos destrozados por la violencia entre hermanos. Como confesaría más tarde, hubiera preferido mil veces haber tejer “puentes” entre ellos en lugar de haberse preocupado tanto por construirlos para mejorar la ciudad.