OMP 2013: Elección Papa | nota de prensa
Joaquín Jimeno, obispo misionero español en Comodoro Rivadavia, Argentina
"Su casa siempre fue casa de encuentro de todo tipo de interlocutores:
pobres, ricos, empresarios y obreros"
Los
misioneros españoles han sido testigos de la obra del entonces arzobispo de
Buenos Aires, hoy obispo de Roma. Muchos de ellos le han conocido
personalmente, como monseñor Joaquín Jimeno, obispo español en Comodoro
Rivadavia y Rocío Díaz, misionera de la Presentación de la Virgen María. Desde
el episcopado y desde la misión con los pobres, respectivamente, ambos
coinciden en destacar su cercanía a los pobres y su ímpetu misionero.
Foto cedida por la Hna. Rocío Díaz, misionera de la Presentación de la Virgen María |
"Las
calles de Buenos Aires lo han visto caminar muchas veces visitando un hospital,
yendo a comprar el diario, abriendo la reja del Arzobispado o acompañando a los
más pobres", afirma monseñor Joaquín Jimeno, obispo misionero español en
la diócesis de Comodoro Rivadavia (Argentina). "El Jueves Santo de 2008
lavó los pies a doce drogadictos en la catedral", cuenta como ejemplo de
su humildad. Este obispo turolense que está al cargo de una diócesis de 140.000
kilómetros cuadrados -un tercio de España-, conoce al Santo Padre desde hace 15
años.
"Su
casa fue casa de encuentro para todo tipo de interlocutores: pobres, ricos,
empresarios, obreros.", continúa el prelado. "Sé que es la persona
que nuestra amada Iglesia necesita para los retos de la Nueva
Evangelización". Destaca sobre todo su impulso misionero, ya que, según el
obispo misionero español, "no sólo cuida las ovejas, sino que las hace
salir del corral para ser una Iglesia misionera".
La
hermana Rocío Díaz realiza su labor misionera en la Villa Nueva Esperanza, una
de las "villas miserias" de Buenos Aires. Conoció personalmente al
cardenal Bergoglio en un momento histórico y silencioso. Después de la
Conferencia de Aparecida, en 2007, los obispos latinoamericanos quisieron
lanzar una misión continental. Como paso previo, varios obispos, -entre los que
figuraba el actual Papa-, decidieron experimentar la misión de a pie, llamando
puerta a puerta.
De
entre todas las villas, eligieron la de Nueva Esperanza, y junto con Rocío Díaz
y varias hermanas, los obispos estuvieron una semana visitando todas las casas
de la zona, anunciando el Evangelio. "En ningún momento quisieron que esta
misión fuera pública, quisieron actuar en absoluto silencio, alejados de las
cámaras", afirma la misionera. Desde ese momento, el cardenal Bergoglio
mantuvo una relación muy cercana con las hermanas y con la Villa.
"Había
que ver las caras de la gente cuando fue elegido como Papa, se les caían las
lágrimas de emoción", afirma la religiosa, que de un modo muy expresivo
explica cómo se oían gritos de alegría en la calle, y cómo muchísima gente
-también personas que no van habitualmente a Misa- se acercó a la Iglesia a
celebrarlo. Según la religiosa, todo el mundo sabía que el cardenal Bergoglio
pedía siempre que rezaran por él. "Yo inmediatamente le escribí un mail a
Su Santidad y le dije: ahora tendré que rezar doble o triple".