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lunes, 21 de julio de 2014

Desde Israel.....

Compartimos un testimonio que nos ha impactado,  publicado en el blog de Misiones Canarias.
Acabamos de recibir este testimonio de una misionera Comboniana que se encuentra en Israel. Nos cuenta cómo está viviendo el conflicto en la Franja de Gaza. Los misioneros nunca abandonan a los suyos, siguen estando a su lado a pesar de que sus vidas corran peligro. 
Queridas hermanas:
Muchas de vosotras me habeis escrito en estos días interesandoos por nosotras y por la situación aquí. Perdonad si os respondo a todas juntas, para ahorrar tiempo y energías. 

Muchas gracias por vuestro recuerdo y cercanía!!!
Acabo de regresar de una semana de retiro en Galilea, y me he encontrado con esta situación tremenda que arrasa toda la Tierra Santa. Son días cargados de tristeza y preocupación, en los que nos toca ser testigos de una nueva vuelta de tuerca en este círculo vicioso de odio y violencia entre los pueblos que amamos. Nos sentimos impotentes frente a esta espiral de venganza que está causando pánico a ambos lados del Muro y una marea de muerte y desolación en la Franja de Gaza. No vemos atisbos de esperanza o de diálogo, más allá de los gestos valientes y audaces de activistas y personas de buena voluntad que non dudan en exponerse para denunciar tanto sufrimiento innecesario y sin sentido: un arsenal infernal al servicio de la destrucción y la muerte, capaz de amortiguar las voces que claman por una salida no-violenta y racional al conflicto...

Seguid rezando por y con nosotros, cada uno como sepa, por estos pueblos de la Tierra Santa, paralizados por el miedo recíproco y ebrios de odio y venganza.

A pesar de todo, es sorprendente la capacidad de resiliencia de estas personas: la firme determinación de llevar adelante la vida diaria con dignidad. 
Las demoliciones en los campamentos beduinos se han multiplicado en los últimos meses, a medida que crecía la tensión alrededor de nosotros. Por el momento no existen actividades de verano en las escuelas, por la celebración del mes del Ramadán. Los voluntarios con los que contábamos para realizarlas han cancelado el viaje por la situación política  y no sabemos bien qué podremos organizar cuando llegue el momento. 

Bajo una apariencia de normalidad se esconden temor y incertidumbre, incluso en los gestos más cotidianos. No se sabe dónde o cuando aterrizará el próximo misil, quién y dónde lanzará la próxima piedra ni por dónde responderán los gases lacrimógenos; dónde/cuándo se producirá la siguiente escaramuza entre chavales: chavales los rebeldes palestinos, vecinos de nuestro barrio y de muchos otros, que esconden la cara bajo los Kifeya; chavales también los otros, los  que responden a las pedradas con artillería  y gestos desproporcionados, acorazados bajo una armadura de plomo y  pánico heredado...

Y en medio a todo esto, casi da verguenza volver a insistir diciendo que estoy bien, al igual que todas las hermanas. Que la guerra va "con otros", y nosotras sólo  compartimos el peso de la gente, cirineos improvisados e impotentes frente los mil muros que se alzan arrogantes ante nuestros ojos. Tenemos amigos y colaboradores a los dos lados,  convivimos con la impotencia de quien tiene parientes y amigos en Gaza; conocemos el miedo y la angustia de quien tiene los hijos en el frente, o espera ansiosamente que no les llamen, no a ellos, no esta vez...

Personalmente, no consigo quitarme de los ojos los paisajes devastados, las familias,  los heridos, las imagenes dantescas que se impregnaron en mi retina en Gaza hace cinco años. Se perfectamente lo que está sucediendo, y recorro mentalmente los lugares que citan friamente los telediarios... pero estamos bien, si por esto entendemos tener asegurada la comida, el agua, la electricidad, el internet y los medios militares (cúpula de hierro) que interceptan los misiles antes de que se acerquen a nuestras ciudades.
La vida continúa, a trompicones, trabajosamente... pero la esperanza es obstinada y creativa.
Gracias por esperar con nosotros. Vuestro apoyo es un tesoro inestimable!
Un fuerte abrazo, con el cariño de siempre,
Alisia

Gracias a nuestra misionera Expedita, por compartirlo